viernes, 30 de diciembre de 2011

DISCURSO DEL PROFESOR MANUEL OÑATE


Discurso del Profesor Manuel Oñate, en la presentación del Diccionario Biográfico de la Provincia del Carchi.

Señoras, Señores.

La publicación del único Diccionario Biográfico de personas eminentes de la provincia del Carchi, con números cardinales del tiempo, 1.534-2000, Tomo I, Compendio de Autores, no tiene otro fin que facilitar a los amantes de la lectura,  apuntes de Historia, local y provincial.  Para el insigne investigador el asunto del Diccionario Biográfico, ha constituido un anhelo grande, un deseo inmenso, a lo menor un desvelo, un problema complejo, por que encierra en sus páginas, personajes que difícilmente se los encuentra a mano, junto a nosotros; peor encontrarlos con datos biográficos exactos y desde mucho tiempo atrás, desde nuestros ancestros. Al ilustre autor Dr. Juan Francisco Gabriel Morales Suárez, presente en esta sala, y que honra con su regia personalidad al Gobierno Provincial que está celebrando 128 años de vida política administrativa con Honorables miembros directivos: Prefecto, consejeros, empleados, administradores, todos, sin excepción, anfitriones de la festividad principal de provincialización,  “os dicen”: bienvenido ilustre caballero de la amplia cultura entre los diversos ciudadanos carchenses.  “Bienvenido”, insigne investigador de los datos ocultos de la Historia, hoy expuestos en el estado social y en el grado de sabiduría de los diversos ciudadanos carchenses en sus disímiles generaciones, de años y años, desfilando sucesivamente por el escenario de la historia. 

Un diccionario Biográfico, de personajes de la educación, la milicia, la política, constituye una entrega y  sacrificio que se roza ineludiblemente con los datos y problemas filosóficos que se han ventilado en la diversas épocas, y que tienen un influjo real en el tiempo presente.  Las condiciones particulares del hombre en la tierra, traen a colación el estudio de los problemas sociales y educativos, estos dos elementos ante nuestros ojos dicen que es de gran valor el Diccionario de las mujeres y de los hombres de la altiva y valerosa Provincia del Carchi, pues sin otra condición, como todo historiador, hace revivir el pasado no como una fantasía, sino como fue en la realidad, con sus condiciones propiamente objetivas.

El abrir y cerrar del libro nos muestra ilustres personalidades de las vastas épocas del pretérito.  Quien hojee el Diccionario verá que se encuentra con amigos, conocidos, contemporáneos y, sólo por sus nombres, con otros personajes en la historia biográfica, señalados con serenidad de criterio, que es una cualidad preciosa. Creo que el Honorable Señor Prefecto, la Comisión de fiestas y de cultura de la Provincia, apreciando el pasado y el presente de los personajes del libro, interpretan como la mejor adquisición, el mejor regalo en honor de nuestra Provincia, en su nuevo aniversario de 128 años de creación, la difusión del texto.  Es que tener en casa datos Biográficos, de nuestros antepasados, es como seguir un curso de historia minuciosa, con la enumeración completa de datos personales que nos señalan una orientación segura de personalidades valiosas que viven en la memoria en pequeña o grande escala y encontrados en el Diccionario.

El gobierno provincial, con su Honorable Prefecto de la verdadera cultura, ha adquirido el Diccionario, libro de consulta y no de estudio, obra de categoría,  que no debe faltar en instituciones públicas y privadas; sea dicho de paso, que hacía falta un diccionario de las mujeres y de los hombres de sapiencia elevada en nuestra Provincia del Carchi; son autores de los hechos o actividades de desarrollo intelectual, cívico y patriótico que con verdadera inteligencia, han integrado la educación de los diferentes pueblos de la Provincia y se hallan en los programas de la enseñanza, principalmente en los colegios y universidades.  En otras palabras, no deben faltar en los hogares la presencia del conjunto de mujeres y hombres del Diccionario.  Es una obra que puede servir de guía original a un gran número de autores,  ya que resulta ser excelente, a nuestro criterio.  Es lo más honroso para el Gobierno Provincial, adquirir para la distribución una obra que por sí sola, es modelo de tantos libros de consulta.  Son biografías completas con una multitud de datos conseguidos por el autor; razón por la cual merece el aplauso y felicitación de los presentes y de la Provincia toda y del Gobierno en particular.

Concluyo.  Un libro nos proporciona todos los goces de la tierra, es el maestro del espíritu, que nos enseña mucho.  Siempre han descendido de un libro los que han removido el mundo, en un total de minutos de una lectura de la vida práctica.  “Diccionario Biográfico”, he cumplido tu encargo, haciendo la introducción a mi encomendada puede ser equivalente a un levantamiento del alma que tiene de todo...!

Mil gracias al Gobierno Provincial por honrarme con tal delicado encargo.

Noviembre 06 de 2008

Señoras, Señores
Manuel A. Oñate M.

OCTAVIANO CORELLA SIERRA


Corella Sierra, Octaviano, Dr.- Presidente del Municipio, Alcalde Municipal de Tulcán, Defensor Público y Miembro del Tribunal del Crimen en el S. XIX y el mayor orador de la antigüedad. Desempeñó la titularidad del Cabildo, puesto destinado a las personalidades más destacadas, en tres ocasiones: 1879, 1880 y 1891, pues en aquella época al Presidente se lo designaba por un año de entre los Concejeros electos por voto popular. Hemos de señalar que el matrimonio con la señora Dolores Fierro Morales, unido a su talento, le abrió plenamente las puertas de la cerrada sociedad tulcaneña, allí estuvo a la par de toda su parentela política que dominó el Concejo durante todo el siglo XIX, pues la familia Fierro gobernó el Municipio así: Don Tomás Fierro 11 veces; General Vicente Fierro 5 oportunidades; Cmdte. Ramón Arellano, casado con Susana del Hierro, 5 veces, Dr. Corella, 3 períodos; Dr. Juan Ramón Rosero, pariente de todos ellos (quien hospedó 11 años a Montalvo en Ipiales) y esposo de Petrona Arellano del Hierro, 2 oportunidades; Gral. Julio del Hierro Almeida y Cmdte. Pastor del Hierro Almeida una ocasión. Fue el más destacado abogado de Tulcán durante la República hasta bien entrado el siglo XX. Señalo que hubo varios abogados en Tulcán en la etapa de la colonia, Independencia y República, que se especializaban en temas comerciales. El origen probable del Dr. Corella, es Túquerres, en Colombia, a pesar de que es posible a su vez que sus abuelos u otros antepasados hayan sido ecuatorianos. Fue hijo de los señores Miguel Corella y Gertrudis Sierra[1]. Inauguración del telégrafo hasta Rumichaca. Alejandro Mera nos instruye en este acontecimiento ocurrido el 15 de febrero de 1.888, año en que el Dr. Corella se halla nuevamente de Concejal: “En aquella ceremonia a la que concurrieron las principales autoridades de las poblaciones fronterizas y la élite de las sociedades de Ipiales y Tulcán, tomó la palabra en nombre del gobierno ecuatoriano el distinguido jurisconsulto Dr. Octaviano Corella[2]. Fue nuevamente electo Concejal en 1.889, en la sesión de 9 de mayo se dio lectura a escrituras de los años 1.727 y 1.803, con el objeto de clarificar la propiedad de las tierras del ejido sur, las consultas jurídicas fueron absueltas por el Dr. Corella en aquella sesión. En enero de 1893, fue electo Senador Alterno de la provincia del Carchi al H. Congreso Nacional, siendo el titular el Dr. Alejandro Gómez de la Torre. En dicha dignidad el Dr. Corella se principalizó en varias ocasiones en el Parlamento en la ciudad de Quito. El 4 de enero de 1.909 y ya muy anciano, fue designado Miembro Principal del Jurado del Crimen. Casó 2º.con Feliza Landázuri Morales, hija de Manuel Morales Landázuri hijo de Miguel Morales Rosero y Águeda Landázuri y Margarita Landázuri Landázuri, hija a su vez de José María Landázuri Rosero y Petronila Landázuri[3]. Fueron sus hijos con doña Dolores Herminia Fierro Morales, hija de Segundo del Hierro Benítez y Rafaela Morales Landázuri: 1. Segundo Miguel Octaviano Corella Fierro; 2. Segundo Octaviano Miguel Federico Corella Fierro 3. Agustín Vicente Corella Fierro; 4. Amable Inés Corella Fierro; 5. Carmen Amelia Corella Fierro 6. Alfonso Corella Fierro; 7. Alberto Corella Fierro; 8. Zoila Luz de la Esperanza Corella Fierro; 9. Zoila Rosa de María Corella Fierro, algunos de ellos parece que murieron prematuramente. Su familia se radicó en San Gabriel e Ibarra.


[1] Investigación realizada por Fernando Torres Gallegos, Quito, 2004. Rectificamos por tanto el error contenido en: “Una Casa de los Landázuri, Descendientes de los ciudadanos Miguel Morales y Águeda Landázuri”, Quito, 2003.
[2] Varios de sus discursos han sido guardados para la posteridad.
[3] Investigación realizada por el señor Ing. Fernando Torres Gallegos, Quito, 2004.

MARIANO BENITES TORRES


Benites Torres, Mariano, Rvdo.- Notable intelectual de la colonia. Fue bautizado en Tulcán el 18 de diciembre de 1762, hijo de Antonio Benites Erazo y Manuela Torres Villalba. Ingresó como novicio dominicano en Quito siendo adolescente vistió hábito a los quince años y a los 16 hizo sus votos canónicos. Posteriormente continuó sus estudios en el Colegio de Santo Tomás de Aquino y en 1.788 era profesor de Teología Moral. En 1.790 ganó por oposición la cátedra de Filosofía. En 1.792 se le nombró profesor de Teología Científica y Especulativa y a la par capellán de las cofradías del Rosario y del Nombre de Jesús. Es decir, fue contemporáneo de José Mejía Lequerica en la cátedra. En efecto, en 1.793 pasó al colegio de San Fernando, como profesor  y de 1.798 a 1.803 profesor de Teología Moral en el mismo colegio. En 1803 era miembro del convento de dominicos de Pasto. El 1ro. de enero de 1805 renunció la cátedra de Teología en el San Fernando y enseguida fue nombrado Prior del Convento de Pasto. Regresó a Quito y en 1807 tenía la categoría de lector y fue postulado para Maestro en Sagradas Escrituras, situación esta última que no se efectivizó. En 1814 el Obispo Cuero Caicedo le nombró cura excusador de Pasto. En 1816 alcanzó el ascenso a Maestro en Sagradas Escrituras, fue Prior en Quito y Capellán de las dos cofradías anotadas. En 1820 publicó una pequeña obra religiosa llamada “El Tesoro del Rosario”. En octubre de 1823 el Gobernador del Obispado, Calisto Miranda, lo examinó en Sínodo y en virtud del “mérito y patriotismo” de Benites, lo nombró cura Rector de Pelileo, cargo que lo desempeño por trece años hasta 1836. Explicó en la cátedra sagrada la Constitución de Cúcuta, como párroco fue celebre su caridad, dando de vestir y de comer a los habitantes pobres de Pelileo y su gran obra fue la construcción de la acequia que la llevó desde la Hoya del Río Mocha hasta el pueblo de Pelileo. Para esto hacía visitas de casa en casa para convencer a los feligreses, pidió contribución a los propietarios más decididos y en las madrugadas, tocaba las campanas, convocando a los trabajos y sirviendo café en el patio del convento a los que acudían. Participó también, personalmente en los trabajos, servía almuerzo a los trabajadores más pobres en el sitio de labor y debió pacificar a los vecinos de Quero. Terminada la obra hacia 1827, el Padre Benites fue su primer administrador. Durante esta temporada, le tocó dos veces hacer de cura interino de Ambato, la primera en 1830, en que fue uno de los firmantes de la solicitud para que Bolívar resida en el Ecuador, y en mayo de este año, suscribió la ratificación de la separación de la Gran Colombia. La segunda vez que fue párroco en Ambato, en 1832, le tocó bautizar a Juan Montalvo. El 33 fue Examinador Sinodal y Procurador General para asuntos judiciales del convento. Entre 1817 y 1849 aparece en los libros de Píllaro desempeñando por varias ocasiones el cargo de Coadjutor. Por el canal de regadío de Pelileo, recibió un voto de aplauso del Libertador. En 1836, a los 73 años, fue a Quito como Prior Provincial. Hacia 1842 regresó a Pelileo, el 49 aún figura en Píllaro y murió poco después, de cerca de 90 años. Hacia 1865 fue director de la escuela mixta oficial de Patate el Señor Ramón Benites, posiblemente deudo del Padre Mariano. El 21 de enero de 1840 el señor Luis Anda, Alcalde Primero Municipal de Ambato solicitó se instruya sumario de ley contra José Silva por falsificar dos partidas de Bautismo y la firma del Rvdo. Mariano Benitez.

BATALLA DE FUNES, PRIMERA EN LA INDEPENDENCIA HISPANOAMERICANA


BICENTENARIO DE LA BATALLA DE FUNES, 16 DE OCTUBRE DE 1809, PRIMERA DE LA INDEPENDENCIA HISPANOAMERICANA

El 10 de Agosto de 1809, inicia el más importante período de la historia de América, el de la Independencia. El inmortal pronunciamiento fue enseguida comunicado a más de mil sitios a los cuales se remitieron sendos correos extraordinarios, entregando la seña de la insurrección continental. De modo inmediato, Quito abre acción militar contra el imperio español y envía un ejército que se fortificó desde Otavalo hasta Tulcán y se organiza como objetiva expresión material de la calidad libertaria de la Revolución quiteña, la invasión al territorio norte de la Provincia de los Pastos (Ipiales, Túquerres y Pasto), región ésta que se iniciaba en el corregimiento de Ibarra y se extendía hasta los alrededores de Popayán.  En la confrontación de Funes, en la que hubo al menos dos batallas principales y varios combates, se expresa la condición internacional del 10 de Agosto. Las tropas de los ejércitos quitenses fueron enviadas por la Junta Suprema a fines de agosto de 1809, es decir, de modo inmediato al alzamiento inmortal.

Toda la sociedad carchense adhiere a la Libertad, de modo objetivo y mucho antes que otras colectividades en América. Terratenientes, campesinos, comerciantes y clero, abrazaron inmediatamente a la revolución como veremos documentalmente en el libro que se presentará en octubre: “Las guerras libertarias de Quito, los próceres olvidados de la Independencia”. Igualmente se adhirieron muchos ipialeños y nariñenses.
 
El historiador colombiano Dr. Gerardo Guerrero Vinueza señala que “posesionada en Quito la junta gubernativa o suprema bajo la presidencia del Marqués de Selva Alegre, Juan Pío Montúfar, se enviaron comunicaciones a los cabildos de Popayán y Pasto, irrumpiendo así la paz y el sosiego de los gobernantes y las comarcas”. “…Desde ese momento se esfumó la tranquilidad de los pueblos por largos años…. El gobernador de la Provincia de Popayán, D. Miguel Tacón hizo conocer la mencionada comunicación al cabildo de Popayán, que decidió que debía reputarse sediciosa, criminal y ofensiva a la soberanía, la conducta de D. Juan Pío Montúfar”, contestándole al Marqués, que la provincia de Popayán “ha sido y es escrupulosamente fiel a sus soberanos y con especialidad al Señor D. Fernando VII –el muy amado- para que acceda a una rebelión contra su autoridad real y la de sus ministros”. 

·          Integración del ejército quiteño, con grandes contingentes del Carchi.
El historiador cuencano Manuel María Borrero nos informa que las tropas que se hallaban en Tulcán como primer cuartel general eran las siguientes:

1.    Primera compañía de Ibarra, con sus comandantes, Teniente Carlos Rivadeneira y Subteniente José María Paredes con 77 hombres.
2.    Segunda compañía de Ibarra. Comandantes Tnte. José Reyes y Subtnte. Tomás Moncayo, con 77 hombres.
3.  Tercera compañía de Ibarra y Caranqui. Comandantes Cap. Antonio Espinoza de los Monteros, Tnte. Miguel Carrasco y Subtnte. Pedro Velasco con 53 hombres.
4.    Compañía de Puntal. Comandantes Tnte. Elías Bolaños[1] y Subtnte. Manuel Grijalva[2], con 77 hombres.
5.  Compañía de Tusa. Oficiales Cap. Melchor Freyre[3], Teniente Marcelino Narváez y Subtente. Miguel Narváez con 79 hombres. El escritor Leopoldo Tobar indica que hubo 3 sargentos, 3 cabos y un tambor en esta compañía.
6.   Primera compañía de Tulcán, con sus oficiales Capitán Doctor Manuel Freyre, Teniente Juan Antonio Burbano[4] y Subteniente Manuel Landázuri, con 78 hombres.
7.  Primera compañía de Otavalo, Teniente José María Almeida y Subtente. Marcos Alarcón con 59 hombres.
8. Segunda compañía de Otavalo, Capitán Antonio Donoso con 80 hombres.[5] Los soldados carchenses en estas compañías ascienden a 224 y 7 oficiales. Empero hubo una segunda compañía de Tulcán, con una media de 77 hombres, por ello, el número de milicianos del Carchi, supera los 300 efectivos para el ataque a la ciudad de Pasto. En efecto, luego de la derrota en Funes, el padre Riofrío informa al Dr. Juan de Dios Morales lo siguiente:

“… El caso es este: el martes a las once de la mañana vino mi amigo don José Landázuri al pueblo de Cumbal. Diónos razón de que estaba resguardado el punto de Puerres, que estaba a su comando… y que en el de Funes habían muerto muchos de los nuestros …”[6]

Por ello, la segunda compañía de Tulcán ocupó bajo el mando del señor Don José María Landázuri y Erazo, el pueblo de Puerres.

Las tropas de Quito, pusieron destacamentos en Funes y en otros puntos: Ascásubi ocupó el Bramadero y Zambrano, Cumbal.[7] Así lo conocemos de la información del Padre Riofrío quien establece que en Imbabura las tropas se incrementaron en 580 plazas, parte de esta tropa iba al mando de los Sargentos Primeros José Vinueza, Javier Zambrano y el centinela del 9 de agosto, José Joaquín Andrade[8], principales auxiliares en la toma del cuartel el 9 de Agosto y sacrificados al año siguiente.  El marqués Sánchez de Orellana informaba a Quito el 9 de septiembre de 1809, que había remitido a Ibarra ciento cincuenta y nueve hombres armados con lanzas… “…y he logrado que marchen tan contentos y entusiasmados que no dudo que exitarán a su caudillo a cualquier brillante empresa.” El Padre Riofrío, verdadero motor de la guerra,[9] en la misma comunicación dice al Ministro Dr. Juan de Dios Morales, con quien sería sacrificado el 2 de Agosto del año siguiente:

“Según las diligencias que llevo practicadas y mis fundadas combinaciones no me queda duda en que dentro de veinte días más o menos estarán subordinadas la provincia y las ciudades de Pasto y Barbacoas”.

El padre Riofrío había hecho en ese territorio, alianzas que no fueron inicialmente descubiertas por los realistas. En oficio de 18 de septiembre de 1809, dirigido al Ministro de Guerra, Dr. Juan de Dios Morales, nuestro benemérito sacerdote dice: “..en Guáitara se hallan bien atrincherados con gavilla de piedras en los puntos aparentes. Todo está explorado por emisarios de mi confianza.[10]  El 23 de septiembre de 1809, el Comisionado Manuel Zambrano requirió al Cabildo de Pasto el reconocimiento del Gobierno de Quito, a fin de evitar la contienda armada. El día 25 llegó la respuesta del Cabildo indicando que no podían tomar decisión alguna pues dependían de la Gobernación de Popayán. Como respuesta a la falta de pronunciamiento, ese mismo día se inició la invasión a la parte norte de la Provincia de los Pastos franqueando el río Carchi. El Padre Riofrío informó de esta acción al Dr. Morales. El 30 de septiembre ya se había constituído el nuevo cuartel General en Túquerres. El Crnel. Ascázubi, dispuso que se ocupe la margen sur del río Guáitara, con 463 soldados y siete cañones, es decir una formidable artillería, las piezas estarían bajo la dirección del Capitán José Ipinza y el manejo de tales armas correspondería Mariano Esquivanete. Luego de ocupados muchos pueblos en la jurisdicción de Pasto, se intentó atravesar el río Funes, en cuya cercanía se hallaban los realistas. Allí acamparon algunas compañías quiteñas hasta el día de la batalla que se escenificó el 16 de octubre de 1809, siendo derrotadas, pues la ventajosa artillería no funcionó, al haber defección de los artilleros y tomados por sorpresa los infantes.

El historiador Galo Chacón, nos dice que los mandos quiteños se hallaban carentes de formación militar y experiencia, aserto que corresponde a la realidad[11], pues debieron concentrar toda la fuerza en un punto y no  en más de 10, tremendamente distantes entre sí, como ocurrió. Los partes de guerra realistas señalan:  “los quiteños habían repartido su fuerza en varias divisiones, después que ocuparon los pueblos de la provincia de los Pastos pertenecientes al gobierno de Santa Fe…”  “…Confiados en sus cañones establecieron una batería en el punto de Tunes ...” (Funes) tal como consta en la carta del goberna­dor de Popayán -Miguel Tacón- al Virrey de Santa Fe, en la que se conoce que los realistas eran aproxi­madamente 1400 hombres sobre el paso de Funes, frente a los 200 quiteños.

A decir  del gobernador español Miguel Tacón: “En esta victoria que preparó los sucesos del 17 y 19”, refiriéndose a los combates posteriores, son capturados más de 100 prisioneros, entre ellos el coman­dante de artillería Ipinza y 4 oficiales; 7 cañones, lanzas, caballos, per­trechos y municiones “de boca y guerra”[12] Toda la compañía de Tusa y parte de la del Puntal, cayó prisionera, entre ellos, la heroína Dominga Vinueza. Luego del triunfo Tacón pide refuerzos para “en­trar en Quito y pacificarla”. El parte militar de la acción, suscrita por el capitán de la 6ta. Cía. de Milicias Urbanas de Pasto, Miguel Nieto Polo, dirigida al comandante Gregorio Ángulo el 16 de octubre de 1809, día del comba­te, nos hace estar al tanto de detalles de este hecho histórico poco conocido y que refleja el auténtico carácter independentista de Quito.

El mismo Gerardo León Guerrero Vinueza, en su libro: “Pasto en la Guerra de la Independencia, 1809-1824”[13], nos dice:

La batalla de Funes fue el primer enfrentamiento en Hispanoamérica entre las fuerzas que propugnaban la Independencia y las que se fueron perfilando como adictos a la monarquía Española que, en lenguaje de la época eran denominados “realistas” y “defensores de los reales derechos de S.M”. Pasto fue la primera región de la Nueva Granada que sufrió los embates de los gestores de la revolución y desde el comienzo, todos, españoles asentados en Pasto, criollos, clero, e indígenas que integraban la sociedad pastusa condenaron, a través de sus gobernantes instalados en el cabildo, el movimiento revolucionario protagonizado por los quiteños. Desde el principio se mostraron firmes en sus posiciones y listos a “defender los intereses del rey, la religión y la patria” amenazados por los franceses  que en esa hora habían invadido España. El cabildo manifestaba: “Quito presentó al mundo un espectáculo de la más negra perfidia…cubriendo su iniquidad con el sacrilegio abuso de la fidelidad a los sagrados nombres de la religión, del rey y de la patria, procurando envolver en su traición, todo este reino…sin vacilar, desterramos y desaprobamos el escandaloso exceso de la Junta de Quito…”

Por su parte otro historiador colombiano, Edgar Bastidas Urresty, señala:

Esta acción de armas abrió la etapa sangrienta de las guerras de la Independencia en los pueblos de Latinoamérica. La expedi­ción organizada por la Junta Suprema de Quito fracasó lastimosamente por la ineptitud de sus jefes Zambrano y Ascásubi, pues di­vidieron las tropas en varios grupos, uno de ellos que se dirigió hacia el ca­mino de Barbacoas, presuntamente para cerrar el paso a los pocos realis­tas de ese cantón y el otro, que siguió con dirección a Pasto, para fragmentarse en partidas que pugnaban por pasar el Guáitara por algún punto favorable. De allí que los 200 hombres que estaban frente a Funes no pudieron resistir la embestida de fuerzas supe­riores y de un gran espíritu combativo.”

Pero esta invasión a Pasto constituyó la mejor demostración del espíritu revolucionario que animaba al gran movimiento qui­teño del 10 de agosto de 1809, razón muy buena para que esa ciudad reclame el título de “Luz de América”. “… Las tropas de Pasto avanzaron sobre Túquerres e Ipiales y capturaron los restos diseminados de las fuerzas patriotas. El desconcierto se propagó desde Tulcán e Ibarra hasta la misma capital quiteña y fue parte importante en el fracaso que había de culminar con la masacre de los patriotas de Quito el dos de agosto de 1810.”[14]

Para concluir, hemos de indicar, que luego de 2 años de este suceso, Quito tomaría la ciudad de Pasto, temible bastión realista, el 22 de septiembre de 1811, derrotando a los ejércitos del Rey.

Juan Francisco Morales S.


[1] El Tnte. Bolaños es de Tulcán y vivió en Puntal algún tiempo.
[2] Se trata de Manuel Grijalva Rivadeneira, hijo de José Grijalva Santacruz y Josefa Rivadeneyra Escobar.
[3] El historiador Leopoldo Tobar Salazar, nos informa que Freire era descendiente de encomendero.
[4] Don Juan Antonio Burbano de Lara y España, tulcaneño, se casó dos veces, primero en Tulcán con Dña. Juana Murillo y luego en el Puntal con la señora Josefa Grijalva Rivadeneira el 26 de septiembre de 1810.
[5] El padre Riofrío dice que recibieron asistencia de la hacienda de los señores Donoso en Tulcán, lo que nos lleva a creer que esta compañía se hallaba al mando de uno de los referidos hacendados de esta ciudad.
[6] Borrero, Manuel María, “Quito, Luz de América”, 1959, pág. 105.
[7] Restrepo, José Manuel, Op. Cit, pág. 314.
[8] Vinueza murió el 2 de Agosto de 1810 en los calabozos de Quito.
[9] Borrero, Manuel María, Op. Cit. Pág. 80.
[10] Borrero, pág. 85. Esta es una declaratoria casi textual de la ayuda prestada por Sarasti.
[11] Chacón Izurieta, Galo: “Las Guerras de Quito por su Independencia, Orígenes del Estado Ecuatoriano y su Ejército, Centro de Estudios Históricos del Ejército, Biblioteca del Ejército Ecuatoriano, Vol. 19, Producción gráfica, Quito, 2002.
[12] Ponce Ribadeneira, Alfredo, “Quito 1809-1812”, Imp. Juan Bravo, 1960, pág. 182-185.
[13] Guerrero V., Gerardo León, “Pasto en la Guerra de Independencia 1809-1824”, “Historia Crítica de Nariño”, Vol. II
[14] Bastidas Urresty, Edgar: “Las Guerras de Pasto”, Ed. Testimonio, Pasto, Col., 1979.